Buenas,
Quizá sea un poco tarde para escribir una entrada de este
tipo, dedicada a una especie como el escribano palustre, que en nuestra zona
(Madrid) se comporta como invernante, y más ahora que empieza a aparecer
tímidamente la primavera. A pesar de ello, podemos hacer un poco de balance de
lo que han sido las capturas de esta especie este invierno en nuestros lugares
habituales de anillamiento. En este caso le dedico protagonismo a la
identificación de su plumaje de primer invierno (EURING 3 y 5), el cual tantos
y tantos problemas da a muchos anilladores y observadores de aves. Y como se
suele decir, una imagen (¡o muchas!) vale más que mil palabras, así que vamos
allá.
Así es como los recibimos según llegan (fotografía tomada a
mediados de noviembre, pero suelen llegar algo antes). Plumas de vuelo
relativamente nuevas (y buenas), entre las que se acierta un ligero contraste
entre las plumas mudadas y las no mudadas. En este caso anterior es un macho, y
como todos los escribanos que van a ilustrar esta entrada, de primer invierno.
Y así es como les despedimos. Aquí una hembra fotografiada
la semana pasada (segunda quincena de febrero). En este caso (y tras varios meses transcurridos tras la
aparición de las plumas juveniles), estos ejemplares de primer invierno
presentan unas plumas de vuelo claramente translúcidas, entre las que incluso se
adivina, en este caso, el horizonte del paisaje del fondo. Aquí el
contraste entre las plumas no mudadas juveniles (primarias y secundarias) y las
mudadas en la muda parcial postjuvenil (terciarias en este caso) es más
destacado que en la imagen anterior.
Fijándonos en las colas el efecto es semejante. En la imagen
de arriba las rectrices de un ejemplar en diciembre: apuntadas (típico de
juveniles, pero no definitorio), ligerísimamente desgastadas y de baja calidad
(visto en mano, claro está…).
Y ahora lo comparamos con una cola de un ejemplar en
febrero. En este caso el desgaste es más acusado. Los bordes, y sobre todo las
puntas, están más desgastados, algunas de ellas se han vuelto translúcidas, y
en la mayoría de los casos se aprecia el raquis de color más pardo de lo normal
(abrasado por la insolación)
Y ahora vistas de cuerpo entero. Una hembra muy bonita
fotografiada en diciembre. ¿Y hembra por qué? Bueno, pues por además de las características
propias de la especie como el patrón de las plumas del píleo-nuca-garganta las
cuales diferencian ambos sexos según explican las guías, así como por su aspecto general, podemos fijarnos en
más detalles. Pero mejor mirad también la foto siguiente y veréis a qué me
refiero.
Et voilà! Aquí un macho de la misma edad que la hembra
anterior. No siempre es necesario “despeinar” a los escribanos para saber si es
“niño o niña” En este macho de primer invierno se adivina un collar grisáceo
que no aparece en la hembra anterior. Esto es premonitorio del amplio collar
blanco que tendrán los machos reproductores en época de cría. Además los machos
de primer invierno que hemos capturado también tenían las cobertoras menores
más vivamente coloreadas de rojizo que las hembras. Esto no indica que sea
macho o hembra, pero si ayuda a encauzar un poco la decisión. También hay que aclarar que no todos los machos de primer invierno tienen un collar tan evidente como en este caso. Poco a poco el efecto del desgaste y la muda se va haciendo mas patente, hasta dar lugar la cabeza negra y el collar blanco típico de los machos, pero de momento, así es como se ven en el campo por estas fechas.
Sin embargo lo del “collar si, o collar no” no es válido
para todos los ejemplares, ya que ciertas hembras pueden presentan un “falso”
collar blanco en la nuca, como el ejemplar de la imagen siguiente.
Reconozco que la foto es mala, pero es esclarecedora de esto
que comento (la nocturnidad es lo que tiene… que las fotos no siempre son buenas) Este ejemplar presentaba un
plumaje de hembra típica, y las medidas también indicaban este sexo. Sin
embargo el ligero collar blanquecino del cuello nos hizo dudar un momento. ¡Así
que cuidadín! De todos modos en la bibliografía también se indica que hay ejemplares de este tipo (“hembras acollaradas”, más o menos)
Ahora mismo los palustres invernantes en las vegas madrileñas ya están camino de sus zonas de cría. Por este motivo, el plumaje que he presentado en esta entrada se está haciendo cada vez más "raro", ya que la muda prenupcial, sumado al efecto del desgaste, hacen que los ejemplares presenten una libre más nupcial.
Espero que os haya gustado este monográfico sobre el palustre y su primer plumaje.
Un saludo
Carlos Talabante